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Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver y también que, cuando se quiere estar ciego, aunque la fortuna esté enfrente no somos capaces de verla.
Cosa bien distinta es el concepto que cada uno tiene de la palabra fortuna. Para algunos será poder llegar a final de mes sin que a su familia le falte lo básico, otros, sin embargo, prefieren encomendarse a la diosa de la suerte para alcanzar su anhelo anual, viajar a FITUR y codearse con las altas esferas de la política insular.
Esas altas esferas insulares viajarán en manada a la capital del reino para fotografiarse delante de una foto con una foto en la mano. Es muy lógico, porque después de hacerse la instantánea más buscada del año, podrán enviar a los medios de comunicación de Fuerteventura la foto de la foto de esos lugares de los que se sienten tan orgullosos, y así enseñar a los majoreros lo que ya saben que pueden disfrutar cada día. Todo claro. Solo una duda, ¿FITUR es para enseñarnos a nosotros mismos qué buenos y bonitos somos? Hay algo que no cuadra aquí.
Pero volvamos al afortunado, que me voy por las ramas.
- ¡Qué suerte la mía! -pensará el bendito tocado por la diosa- por fin podré poner en práctica durante las 24 horas de estos tres días todas las artes de falsedad que he ido perfeccionando cada día con el paso de los años.
- ¿Serás capaz? -pregunta el que se lleva la pasta de todos los que han patrocinado el paseo a Madrid.
- ¡Por supuesto! ¡Todo por la pasta! -dice el afortunado- los engaño cada día, les cuento mentiras y los muy incautos se las creen, pagando y colaborando con la mentira. Fíjate que por delante critico a otros y por detrás los critico a ellos y los muy tontos siguen confiando en mí. ¿Sabes por qué? Porque soy poderoso, soy afortunado y todos quieren ser como yo.
Lo que no saben ni el afortunado ni los patrocinadores es que la ignorancia es muy atrevida y que colaborando con el experto en falsedad están ayudando a que la mentira llegue más lejos, pero no más alto.
Platón ya hablaba en sus escritos de la ignorancia como origen de todos los males, porque conduce a malas acciones, y añade que la ignorancia es una enfermedad del alma. Yerra el ignorante, ya sea en el plano de la opinión o en el de la verdad; al creer que sabe cuando no sabe nada.
No sabe el que miente, el que manipula, el que conspira, ni el que cree que tiene el poder cuando es un mero peón. No lo saben ni los unos ni los otros, pero la ignorancia les hace torpes, creen saber algo de lo que no tienen ni idea y desprestigian todo lo que tocan.
¿Cómo poder solucionar la ignorancia?. Mucho se ha filosofado al respecto y me atrevería a decir que no hay que solucionarla, hay que combatirla con el arma más poderosa: la educación. Y es que, según el abogado y educador Derek C. Bok, Rector de la Universidad de Harvard, “si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”.
No nos dejemos manipular, demostremos que no somos ignorantes, porque una sociedad llena de ignorantes, además de ser una carga social es una bomba de relojería. Y recuerda, la ignorancia tiene un costo incalculable, tanto a nivel económico como a nivel social.
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