Ventajas de la lactancia materna y el parto, por el Doctor Lester Ramos
-Doctor dile a mamá que, si me quiere, no me niegue la posibilidad de ser amamantado-, estoy seguro que sería lo más común que me dirían los recién nacidos si me pudieran hablar en el salón de parto. La leche humana ha sido constantemente marginada de los análisis microbiológicos, en contraposición con las procedentes de vaca, oveja, o cabra. Ocasionalmente se ha procedido a la identificación de bacterias potencialmente patógenas en la leche almacenada en bancos, en madre con mastitis o en infecciones neonatales humanas; sin embargo todavía son muy escasos los estudios sobre la microbiología de la leche humana a partir de mujeres sana porque hasta hace pocos años se consideraba un producto estéril.
Datos de estudios previos indican que entre las bacterias que se aíslan con mayor frecuencia en la leche materna, destacan diversas especies de los géneros Staphylococcus, Enterococcus, Lactococcus, Lactobacillus, Weissella y Leucobostoc. A nivel de especie destaca Staphylococcus epidermidis, tanto en distribución como en concentración. No es casualidad que en los últimos años se esté poniendo de manifiesto que la presencia de esta especie sea una característica diferencial de las heces de lactantes. Recientemente se ha confirmado que la concentración de lactobacilos y enterococos es significativamente más elevada en la microbiota de lactantes que en la de niños alimentados con fórmula . El hecho de que bacterias de los citados géneros se pueden aislar fácilmente de la leche obtenida en países muy diferentes (en términos geofísicos, socio- económicos y / o culturales) sugiere que su presencia no sea un fenómeno aislado sino un evento común. La aplicación de métodos moleculares, sin necesidad de cultivo de los microorganismos han mostrado que algunas bacterias gram- negativas, como Escherichia coli también están ampliamente difundida en la leche humana.
La microbiota del intestino del lactante suele ser un fiel reflejo de la existente en la leche materna. Estudios recientes han revelado que E coli puede encontrarse entre las primera especies que colonizan el intestino neonatal.
La leche humana es uno de los factores clave en la iniciación y el desarrollo de la microbiota intestinal del neonato ya que este fluido garantiza un aporte continuo de bacterias durante todo el periodo de lactancia. De hecho se estima que un lactante que ingiera aproximadamente 800 m.l de leche materna al día recibe entre 100 mil y 1 millón de bacterias ideales para su flora intestinal. Investigadores españoles han trazado el mapa de la microbiota bacteriana en la leche materna, el principal alimento de los recién nacidos. Este estudio revela una mayor diversidad microbiana de la inicialmente pensada: algo más de 700 especies.
Los géneros bacterianos más presentes en el fluido que se desarrolla entre el primer y el sexto mes de lactancia son la aparición de bacterias típicas de la cavidad bucal como Veillonella, Leptotrichia y Prevotella.
A pesar de ello, existe una gran variabilidad interindividual, de tal manera que la leche de cada mujer tiene una composición bacteriana única, de forma análoga a lo que sucede con la microbiota intestinal de niños y adultos. El predominio de un pequeño número de especies en este fluido podría explicar porqué la microbiota intestinal de lactantes sanos está compuesta por un reducido espectro de especies y cepas. El feto humano y el recién nacido se consideran libres de bacterias. Sin embargo, se encuentran pequeñas cantidades de microorganismos inmediatamente después del nacimiento (5 x 104 a 5 x 105) y las bacterias más frecuentemente aisladas son Staphylococcus, Streptococcus, Propionibacterium y Corynebacterium. Cuando las membranas amnióticas se rompen, las bacterias de la microbiota intestinal y vaginal materna también pueden aislarse . Bajo circunstancias normales, la colonización inicial del intestino del niño ocurre durante el parto al ponerse en contacto con la microbiota vaginal de su madre y posteriormente por el contacto con la microbiota normal de sus padres. Esto lleva a la inoculación con bifidobacterias, enterobacterias, bacteroides, Clos-tridium y cocos Gram positivos. Normalmente la colonización se inicia durante el parto vaginal por exposición a la microbiota de la madre; a esta forma de adquisición microbiana se le conoce como transmisión vertical y a las posteriores como transmisión horizontal. Con el largo proceso del nacimiento por vía vaginal se hace más viable el aislamiento de microbios en el estómago y la boca del bebé. De hecho inmediatamente después del nacimiento, es posible aislar de la nasofaringe del 62% de los recién nacidos, bacterias que fueron aisladas en la vagina de sus madres antes del inicio del parto, y los microorganismos encontrados en el contenido gástrico del neonato entre los 5 y 10 minutos posteriores al nacimiento, son similares a los aislados en el cérvix de la madre antes del parto. Se han encontrado más de 18 grupos diferentes de bacterias en el tracto gastrointestinal inferior de la mujer embarazada y esas son las principales bacterias a las que está expuesto el recién nacido, siendo la E. coli y el Strepcococcus las que con frecuencia se aislan del tracto digestivo del niño. Los niños que nacen por cesárea inician la vida prácticamente sin bacterias. El primer contacto con ellas es fortuito y los microorganismos son introducidos del ambiente por el equipo hospitalario. Los niños nacidos por cesárea pueden también estar expuestos a los microbios de su madre, pero la ex-posición inicial es más frecuente con gérmenes del ambiente (equipo, aire y otros niños) siendo el vector personal el de enfermería . Existen datos de que las mismas cepas de bifidobacterium se detectaron en las heces de niños nacidos en el mismo hospital, lo que sugiere una forma de transmisión horitzontal .Después del nacimiento, los microbios ambientales, orales y cutáneos pueden ser transferidos mecánicamente de la madre al recién nacido por varios mecanismos tales como la succión, los besos y el cuidado materno . En estos niños, la colonización anaerobia es generalmente retardada y la microbiota está compuesta por bacterias microaerofílicas, anaerobios facultativos y bacterias esporuladas (Clostridium) que se encuentran en el medio hospitalario. Entre los días 4 y 6, todos los niños nacidos por vía vaginal son colonizados por bacterias anaerobias pero sólo el 9% de los nacidos por cesárea tienen estas bacterias .
Un estudio entre 112 lactantes suecos ha revelado que, durante los primeros seis meses de vida, el 26% no portaba lactobacilos en su contenido fecal, el 37% portaba una única cepa, otro 26% portaba dos cepas y, finalmente, el 11% restante portaba tres o más cepas .
La presencia de un espectro bacteriano reducido también podría explicar porqué el desarrollo de una microbiota mucho más diversa coincide precisamente con el inicio del destete . La microbiota intestinal infantil está profundamente influenciada por la dieta y, en este sentido, la introducción de alimentos sólidos, junto con la retirada progresiva de la leche, provoca cambios drásticos en su composición . Es probable que este hecho sea el principal responsable de las diferencias observadas entre la microbiota intestinal de los niños que reciben lactancia materna y la de aquellos alimentados con fórmulas infantiles . Aunque resulta indudable que en los últimos años se han producido grandes avances en el campo de la nutrición infantil, todavía existen diferencias cuantitativa y cualitativamente importantes entre la leche humana y las fórmulas infantiles.
Los niños alimentados con leche materna exclusiva muestran no solo mejores parámetros en relación a crecimiento, sino que también beneficios neurológicos, describiéndose además un efecto preventivo en el desarrollo de algunas enfermedades crónicas no transmisibles. Estos beneficios se explicarían no solo por sus componentes nutricionales, sino que pueden ser explicados por la epigenética, influyendo de este modo en la prevención de enfermedades en forma directa o a través de la microbiota intestinal (gérmenes intestinales), modulando o regulando la expresión genética asociada con la liberación de citoquinas u otros mediadores .
La regulación epigenética de genes específicos también puede llegar a ser crucial para determinar el riesgo individual para la obesidad. Algunos estudios muestran que la lactancia materna tendría un efecto beneficioso sobre el riesgo de obesidad en etapa adulta en algunos grupos predispuestos genéticamente y que ésta puede tener un efecto epigenético asociado a la adiposidad. Algunos factores que se expresan en los adipocitos (células grasas) determinan la diferenciación del adipocito, la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de las lipoproteínas, sin embargo, estos pueden no expresarse adecuadamente en algunas variantes genéticas (polimorfismos) generando en adolescentes portadores de estos polimorfismos un mayor índice de masa corporal, índice de cintura cadera y riesgo de obesidad cuando no han sido amamantados, sugiriendo el efecto beneficioso de la leche materna en grupos predispuestos a la obesidad.
Por otra parte, los recién nacidos prematuros que reciben leche materna muestran una menor frecuencia de enterocolitis necrotizante (EC) en relación a los alimentados con fórmulas. La enterocolitis corresponde a una enfermedad inflamatoria intestinal grave que se produce por una respuesta inflamatoria excesiva e inapropiada de la inmunidad innata por el intestino inmaduro. Una explicación del beneficio de la leche materna sería su contenido de inmunoglobulina A (IgA), así como, de proteínas anti-inflamatorias. La leche materna influiría además en la composición de la microbiota intestinal por su alto contenido de oligosacáridos no digeribles (8% de calorías totales). Éstos funcionan como prebióticos, proporcionando una base para producir a nivel intestinal ácidos grasos de cadena corta. Éstos ácidos grasos son determinantes en la proliferación de bacterias beneficiosas tales como Bífidobacterias y Lactobacillus . También se ha descrito en estudios desarrollados en animales que la lactoferrina contenida en la leche materna (una proteína que liga al hierro) interactuaría con el ADN en forma extracelular, siendo introducido a la célula, inhibiendo algunos genes y permitiendo la activación de otros, estimulando de esta manera, un importante mecanismo para la regulación de genes relacionados con la inmunidad que se desarrolla en los folículos linfoides del intestino infantil. Son varios los ejemplos que nos permiten demostrar científicamente que el mejor alimento para los recién nacidos y es Leche de nuestra propia especie por ende es nuestra obligación promover e incentivar la lactancia materna como la mejor via para el sano crecimiento de los neonatos.
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