Camarero, ¿me dice la wifi?, por Toño Alonso
Así empieza muchas veces la conversación entre un cliente y el personal de un restaurante cualquiera de una ciudad cualquiera, incluso antes de pedir algún trago con el que refrescarse o alguna vianda con la que saciar su apetito.
Un restaurante neoyorquino realizó un estudio de marketing al ver que sus clientes cada vez estaban más tiempo en su local y gastaban menos dinero. Su propietario seguía con la misma calidad de producto, un trato impecable hacia su clientela y una excelente relación calidad precio, en principio ningún cambio aparente en la gestión. El resultado del estudio fue revelador. Había un nuevo invitado a la mesa….EL MÓVIL.
Tras varios meses de cotejar todos los datos descubrieron que los teléfonos en manos de los clientes retrasaban la lectura y comprensión de la carta, la atención al camarero empezaba a ser fugaz. Era mucho más importante ver el último “tuit” de la celebrity de turno que escuchar al camarero enumerando una serie de platos que poco importaban.
Cuando parece que aumentando su timbre de voz algún comensal empezaba a hacerle caso… en el bolso de una de las damas se comienza a escuchar el último hit radiofónico saliendo por el altavoz de su teléfono de alta gama a modo de llamada. Era el despistado del grupo que no encontraba el lugar hasta que la dueña del aparato con subwoofer incorporado suelta la frase mágica: -Te envío la ubicación. Problema resuelto.
Cuando ya están todos en la mesa y con la comanda en marcha empiezan a desfilar los platos, de repente, el mundo se vuelve a parar. Comienza el reportaje fotográfico, nuevas perspectivas, filtros y enfoques que ya quisiera el mismísimo Andy Warhol. Todo esto acompañado de los #hashtag de moda y etiquetas de lo más variopintas, así como envíos múltiples a grupos y redes sociales para demostrar que somos los más gourmet y los que mejor nos lo pasamos…. eso sí, en 3 minutos, la comida fría. Eso ya poco importa, el sabor de los platos o el aroma de los vinos ya no interesa tanto ya que no hay manera de enviarlos ni whatsappear con ellos.
Llega el postre y con ello el toque más “chic”, pagar la cuenta con el último modelo de la marca de la manzanita. Eso sí que es gourmet.
Este mismo verano publicaba un periódico de tirada nacional un artículo cuyo título decía:”¿Deberían los restaurantes prohibir el uso del móvil?” Hacía alusión a que el uso del teléfono era incompatible con el disfrute en la mesa.
Lanzo una cuestión…. ¿Sería muy descabellado pedir que a la entrada de los establecimientos depositaran sus móviles y los recogieran con el estómago lleno a la salida? En algún país no muy lejano y de dudosa democracia dejan sus armas al entrar al parlamento o en un edificio público.
Desde aquí voto a la entrega de las armas. ¡ME RINDO!
Felicidades Toño!!
Volver a los orígenes no estaría mal.
A veces no nos damos cuenta de que lo más importante lo tenemos en frente, y no me refiero sólo al plato!! ??