‘El tomate, qué culpa tiene el tomate’, por Toño Alonso
OPINIÓN
Cuando llegaban mis familiares de Chile, españoles emigrantes durante la posguerra, mi abuela Mercedes les cortaba unos tomates asturianos de un huerto cercano a su casa…. siempre se escuchaba el mismo comentario
-Este sabe a tomate de verdad, yo por esa época y debido a mi infantil ignorancia pensaba… pues claro, a qué va a saber… pues a tomate. Luego ya me di cuenta por donde iban los tiros.
Al final de sus comidas, ellos juntó a mi padre, que puedo decir que cantaba bien pero que solo se sabía una estrofa o dos de todas las canciones, entonaban unos versos de una canción protesta de folclore chileno del grupo Quilapayun que decía así:
“Qué culpa tiene el tomate
que está tranquilo en la mata
que venga un hijo de “fruta”
lo meta en una lata
y lo mande pa´ Caracas”
Eso fue lo primero que me vino a la mente al decidir escribir sobre tan preciada fruta, digo fruta y creo que bien dicho aunque siempre se haya catalogado como hortaliza.
Retomando el tema del principio… cuando la vida me trajo a esta maravilla de isla pude volver a decir y escuchar la frase que hacía mucho tiempo que quería gritar a los cuatro vientos, vientos que siempre me acompañan en mi querida Maxorata y que le otorgan esa belleza única
-¡Esto sabe a tomate de verdad!
Frase que exclamo cada Martes y Jueves cuando por mi cocina entra Sergio con sus tomates de Tuineje. Un olor que lo embriaga todo y que recuerda a la fruta recién cosechada difícil de plasmar con un bolígrafo Bic, sobre un folio bastante arrugado, sentado en una caja de refrescos en el fondo de una humilde y calurosa cocina.
Empecemos por el principio. Sus primeras localizaciones y su origen se sitúan en la Cordillera de los Andes, lugar donde aún se encuentra en estado silvestre y donde aseguran que aun variedades por descubrir-
Prestigiosos arqueólogos han encontrado en tumbas andinas de más de 9000 años restos de tomate lo que significa que ya formaba parte de manera importante en la dieta de estas culturas.
Tras la conquista de América se propagó la leyenda que la consideraba una fruta venenosa, y que permaneció hasta no hace mucho tiempo. Fue entonces cuando Robert Gibbson, como un intrépido, se atrevió a comerse uno frente al Palacio de Justicia de Nueva Jersey. Con este suceso y más tarde con el enlatado en México comenzó la expansión y consumo de esta joya y con ello el cultivo y el consumo, convirtiéndose en parte fundamental de la mayoría de cocinas del mundo.
Desde el gran Andy Warhol con sus latas de sopa de tomate Campbells , hasta nuestra Tomatina o algo igual de español como son el salmorejo o el gazpacho, pasando por la revolución de cocinas como la italiana donde el tomate paso a ser el ingrediente estrella de pizzas y pastas , sin desmerecer el criticado kétchup de los estadounidenses
El desarrollo del tomate fue introducido en nuestras Islas Canarias a finales del siglo XIX y junto al plátano se convirtieron en los mayores cultivos de regadío del archipiélago.
En Fuerteventura constituye el principal cultivo de exportación y sus zonas de producción se distribuyen por gran parte de su geografía. Nuestra isla siempre preocupada por no perder sus señas de identidad ha recuperado y conservado semillas de unas variedades fabulosas de tan genial vianda. Un buen ejemplo es la labor realizada con la semilla de la variedad “Especial de Fuerteventura” que fue abandonada a mediados de los años 60 y desde 2017 recuperada gracias a la labor de varios agricultores y técnicos del Cabildo. Un tomate dulce pero con un toque sublime de salinidad que le aporta el terruño, de unos 200 g , piel finísima y un color que enamora…
Por eso y por varias cosas más… felicidades a todos los que son participes de mantener las señas de identidad del campo majorero.