El agua, la medicina de la vida, por el Dr. Lester Ramos
OPINIÓN
El agua es un nutriente esencial para la vida, y constituye, tras el oxígeno, el segundo elemento en importancia para la supervivencia animal. Es el principal constituyente del cuerpo humano. El agua corporal total disminuye con la edad, y varía entre el 75% del peso corporal en los lactantes al 55% en los ancianos (siendo menor en mujeres que en varones). Las funciones del agua en el organismo se podrían resumir en: disolvente básico universal, transporte de sustancias y nutrientes, soporte estructural, vehículo para excretar productos de desecho, regulador de la temperatura mediante complejos mecanismos como la sudoración y regulador del ritmo intestinal.El organismo necesita un equilibrio de líquidos para alcanzar y mantener un buen estado de salud, hidratación y bienestar, que se denomina balance hídrico o equilibrio orgánico. Éste se logra con una compensación entre la ingesta y la pérdida de líquidos. Cuando se altera este equilibrio, se pone en peligro la salud de las personas. A pesar de la importancia del agua en el organismo, no existe un mecanismo eficiente de almacenamiento hídrico corporal, por ello es necesario un aporte constante de líquidos para mantener el contenido de agua. El aporte del agua al organismo procede de tres fuentes fundamentalmente:
Consumo de líquidos, representa entre el 75 y el 80% del total.
Contenido hídrico de los alimentos, representa entre el 20 y el 25% de la ingesta total de agua.
Pequeñas cantidades de agua que se producen en los procesos metabólicos de proteínas, lípidos e hidratos de carbono.
Las necesidades diarias de agua aumentan con la edad: desde el nacimiento(alrededor de medio litro), a lo largo de la infancia (alrededor de 1,7 litros) hasta los adultos varones, donde las necesidades diarias son alrededor de 2,5 litros en situaciones de actividad normal y aumentan a 3,2 litros con actividad física moderada pudiendo llegar a 6 litros cuando la temperatura es alta.
El agua destinada al consumo humano ha de estar disponible no solo en la cantidad necesaria sino también en una calidad óptima Las aguas de bebida envasadas son un producto complejo, sometido a un sinfín de condiciones y exigencias. Las aguas minerales naturales, además de ser un producto alimentario y, como tal, se le aplica el derecho alimentario, son un recurso minero y por lo tanto están reguladas por la Ley de Minas. Como consecuencia de ello, se puede afirmar que el agua mineral es uno de los productos alimentarios más regulados y sometidos a mayores exigencias legales. Actualmente la legislación que regula la explotación y comercialización de las aguas minerales naturales es a nivel europeo la Directiva 2009/54/CE del Parlamento Europeo y del Consejo y en España el Real Decreto 1798/2010 para las aguas minerales naturales y aguas de manantial envasadas para consumo humano; y el Real Decreto 1799/2010, para las aguas preparadas envasadas para el consumo humano.
En función de esto, las aguas que se comercializan envasadas se clasifican en cuatro grupos:
Aguas minerales naturales (96 %).
Aguas de manantial (2 %).
Aguas preparadas (1 %).
Aguas de consumo público envasadas (1 %).
De acuerdo con los Reales Decretos: 1798/201041 y 1799/201042, se consideran como aguas minerales naturales aquellas de procedencia subterránea, saludables y puras desde su origen. Su composición mineral constante permanece inalterable y viene determinada por el tipo de roca por la que discurre, por el tiempo de permanencia en el subsuelo y por la temperatura que tenga el acuífero en profundidad. Estas características son las que las diferencian del resto de las aguas. Las aguas minerales naturales no requieren ningún tipo de tratamiento para su consumo, ya que se envasan tal y como brotan del manantial, con una pureza original que se mantiene inalterable después de ser envasadas. Las aguas minerales naturales no tienen que ser estériles. Las aguas de manantial son aguas potables de origen subterráneo con una pureza que permite su consumo previa aplicación de los mínimos tratamientos físicos requeridos. A diferencia de las aguas minerales naturales, no han demostrado acción específica en el organismo humano. Las aguas preparadas pueden tener cualquier tipo de procedencia y se someten a los tratamientos físico-químicos autorizados necesarios para que reúnan las características de potabilidad establecidas.
MECANISMOS DE ACCIÓN DEL AGUA EN EL ORGANISMO.
Hay diferentes modalidades de tratamientos en hidroterapia y balneoterapia y sus mecanismos de acción pueden ser múltiples, de tipo: mecánico, térmico, general inespecífico, químico y psicotropo. A éstos, habría que añadir un efecto antioxidante demostrado recientemente, pero además habría que tener en cuenta el efecto de absorción iónica y de la radiactividad del radón en las aguas que tuvieran este elemento.
. Factor mecánico. Propiedades mecánicas del agua.
Cohesión y viscosidad.
La cohesión de un líquido es la fuerza de atracción ejercida por cada molécula respecto a las que les rodean; resulta de ello una resistencia frente a cualquier objeto que pase a través del líquido.
La viscosidad o fricción interna es la propiedad de un líquido a oponer resistencia relativa al movimiento dentro de él.
A mayor cohesión, la viscosidad es mayor y todos los movimientos en cualquier dirección dentro del agua están dificultados. Este factor se aprovecha en rehabilitación para aumentar la fuerza muscular, ya que se entrena con una resistencia añadida al movimiento.
Principio de Arquímedes.
“Todo cuerpo sumergido en un líquido pierde una parte de su peso igual a la del peso del volumen desalojado del líquido”.
Presión hidrostática.
Cuando se introduce todo el cuerpo o una parte de él en el agua, ésta ejerce una presión sobre la parte introducida que depende de la altura absoluta del nivel de agua. Esta acción se producirá en particular sobre el sistema venoso, las grandes cavidades corporales y las estructuras compresibles de las extremidades.
La presión del baño de agua produce un fuerte estímulo mecánico. A nivel del sistema respiratorio, facilita la espiración y dificulta la fase inspiratoria, por lo que es de utilidad en bronquitis asmática y en el enfisema. Se necesita una mayor actividad cardiaca para vencer el obstáculo a la circulación debido a la presión externa por lo que se utiliza en personas con insuficiencia cardiaca. Hay que tener mucha precaución en personas con mala circulación.
Estímulo hidrocinético.
En ocasiones, la aplicación hidroterápica y balneoterápica se realiza con una técnica que supone, además de la acción mecánica del agua, la acción hidrocinética por movimiento del agua con el correspondiente estímulo mecánico de la piel y de los tejidos subyacentes.
. Factor térmico.
El agua es un medio magnífico para administrar o sustraer calor al organismo, dadas sus características de alto calor específico, considerable conductividad térmica, etc., que le permiten almacenar gran cantidad de calor y también perderlo muy lentamente.
Su acción depende de los siguientes factores:
Diferencia de temperatura entre el medio estimulante y la parte del cuerpo estimulada (agua y piel). Cuanto mayor es la diferencia, mayor es el estímulo.
Conductividad térmica del medio estimulante. Cuanto mayor sea aquélla, más intenso es el estímulo (alta en el agua, menos en el aire).
Conductividad térmica del medio estimulado.
Capacidad calorífica del medio estimulante (alta en el agua).
Duración del estímulo. Modifica las reacciones, por ejemplo, una aplicación fría rápida consigue un estímulo de vasoconstricción y si se realiza de forma continuada, produce una vasodilatación por la reacción vasomotora. Siempre existe una primera fase de vasoconstricción, una segunda de vasodilatación y una tercera de éxtasis circulatorio.
Extensión o área de aplicación.
Sensibilidad individual y topográfica. Hay partes del cuerpo más sensibles a las variaciones de temperatura, por ejemplo la barriga.
Hábito en recibir el estímulo.
. Factor de mediación por respuestas sistémicas.
La hidroterapia y la balneoterapia son modelos de terapias mediadas por respuestas sistémicas (inespecíficas). Cuando se realiza una aplicación de agua fría, con suficiente intensidad, y la persona posee una buena capacidad de reacción, se produce además de diversos efectos locales (mecánicos, térmicos y químicos), una reacción general inespecífica, llamada así porque diversos agentes estresantes pueden originarla.
. Factor químico.
Este factor se considera sólo para las AMm. La absorción de las sustancias químicas presentes en estas aguas depende de:
La temperatura, mayor con agua fría o caliente que con la neutra.
Presión osmótica, disminuye con el aumento de la presión.
Contenido de O2 y CO2, que favorecen la absorción.
. Factor psicológico.
Es importante sobre todo en las personas que presentan patologías que dificultan el movimiento, ya que en el agua la resistencia disminuye y por consiguiente el movimiento se facilita. El agua fría provoca una sensación de estímulo o vigilia, y el agua caliente una sensación de somnolencia, sedación y sueño.
. Efecto antioxidante.
El estrés oxidativo es el efecto que producen los radicales libres de oxígeno en los organismos vivos, lo que depende de la agresividad química del agente oxidante, de la cantidad de agentes, del tiempo de exposición, del tipo de tejido que sufra el efecto y de las defensas.
Los radicales libres se generan en el organismo en situaciones normales, pero puede ocurrir que se produzca un desequilibrio entre la producción y su eliminación, que es lo que determina que aparezca o no la enfermedad. En los procesos degenerativos, envejecimiento, procesos inflamatorios, etc. los oxidantes juegan un papel etiopatogénico importante y desencadenante.
Algunos autores consideran que la causa fundamental del envejecimiento es la producción de radicales libres en las mitocondrias, con la lesión del ADN mitocondrial, la pérdida de la capacidad regeneradora y el aumento de las alteraciones metabólicas.
Son probadas las bondades medicas que nos brinda el agua, en nuestras manos esta poder continuar disfrutando de un tan Preciado regalo que nos da la naturaleza. Cuidemos nuestro entorno y nuestras aguas porque son la mayor medicina natural de la que disponemos.